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12 DE OCTUBRE Y LA NEOCOLONIZACIÓN |
En el día de ayer pudimos realizar con todo éxito una importante actividad de reflexión sobre una cuestión que a todos nos compete. La situación de nuestra cultura, que es relevante porque de alguna manera marca nuestra existencia. Tan importante es preservarla como así también tan horrendo es perderla.
En el panel de expositores primero fueron los pensadores y luego los hacedores. La razón de este orden es poco convencional ya que, por lo general, los más destacados van como plato fuerte, pero la situación cultural amerita otra estrategia. Los que sustentan el “supuesto saber” deben abrir camino y los que ponen en práctica la enseñanza de la “edocultura”, son quizás, lo que hoy debemos valorar y sostener con fuerza. En este sentido abrieron la huella Katia Gibaja, Antonio Gutierrez y Liliana Bellone para dar luego paso a los docentes María Soledad Morales y Claudia Cusi Grau, de la Escuela “Augusto Raúl Cortazar” de nuestra ciudad de Salta, los cuales expusieron su experiencia educativa con carácter emancipatorio y con la noble tarea de crear seres humanos pensantes y responsables. También pudo exponer el Chamán Calchaqui Burgos de la comunidad Diaguita.
La intervención del público, tanto virtual como presencial, fue excelente, aunque lamentablemente, el tiempo fue escaso para dar una integral oportunidad a los participantes a que puedan manifestar sus opiniones.
La velada fue matizada con el arte, ya que se expusieron creaciones de las artistas Julieta Barboza y Nilda Roa Paredes, y como broche de oro el cantautor Elías Saadi interpretó temas musicales con profundo aire mítico y ancestral. Los profesores Ezequiel Carabajal y Mercedes Villagra pusieron la nota de la danza folklórica.
Pero no hay mejor manera de explicar el hecho que verlo, ya que a continuación les ofrezco una grabación completa del conversatorio.
José de Guardia de Ponté
Algunas conclusiones:
Aztecas e Incas tuvieron en la historia de América la fugacidad de un cometa, pero su brillo aún nos deslumbra. España los sojuzgó como anteriormente ellos lo hicieron con sus predecesores. Cada cultura superpuso su dominio sobre la otra como la arquitectura americana, sobre los templos indígenas se construyeron las grandes catedrales, donde hoy, muchas de ellas fueron convertidas en shoping.
Pero existe otra américa, más visceral, más profunda, mucho más significativa que prevalece a pesar del horror de las distintas invasiones y conquistas. Trata de una añeja y rara sabiduría de la que participamos, sin darnos cuenta, ya que está en nuestra forma de ser del modo en que se participa de lo marginal a nuestra cultura oficial, de lo inconsciente, de lo originario, de lo mítico.
Supone un situarse cerca de un centro donde se concentran y conservan energías mágicas y divinas que se deben respetar y conjurar en contra de la ansiedad occidental del “ser alguien” , el deseo de colmar con contenido y significado un vacío que se amoneda en la intimidad profunda del sujeto europeo.
Es así como en América conviven esas dos raíces opuestas y el desafío es encontrar los significados que encierran esos dos polos y su dinámica.
Hoy es américa la que está convocando desde sus raíces al mundo para tratar de resolver el problema del calentamiento global, hoy es la conciencia de la humanidad. Esa parte del hombre que occidente quiere eliminar por antieconómica.
Este hecho significativo nos hace ver que hasta el momento y a mi entender no hemos contado con un conocimiento que desglose las cuestiones existenciales para analizar lo americano, una cierta ceguera en nuestra mente colonizada no nos deja ver qué ocurre en América, sin lugar a dudas nos está faltando una verdadera comprensión de lo ancestral.
"Diversidad" nos define en contra de cualquier intento de amputar con mentiras nuestro pasado.
Es tiempo ya de aceptar que, si pretendemos ser propietarios de la historia y no inquilinos de la misma, nuestra identidad está dada por la interrelación de culturas que sucesivamente arribaron al Nuevo Mundo, desde los primitivos cazadores recolectores de la era glacial hasta los inmigrantes y refugiados del presente siglo.
Cualquier negación de alguna en nombre de determinada postura ideológica, no sería otra cosa que mutilar parte de nuestra existencia.
NEOCOLONIALISMO + NEOLIBERALISMO
Todo imperio tiene un centro neurálgico (el centro del poder) y una periferia que alimenta al centro con recursos de diversos tipos. Todo imperio ejerce su fuerza para lograr el desequilibrio adecuado y para establecer el enriquecimiento del centro por sobre la miseria y explotación de su periferia. Toda periferia es colonia.
Pero para solidificar la colonización se necesitan otras herramientas además de la fuerza, la culturización en todas sus facetas se ponen en marcha. Además del control de la economía y la autoridad, es necesario el control del “ser” y eso se logra destituyendo la cultura del dominado e imponiendo la cultura del dominador.
Es necesario entender que todo imperio debe justificar su vil accionar con falsos principios éticos y morales. Se debe convencer al colonizado que es muy bueno que sea dominado, avasallado y expoliado; y fundamentalmente toda esta cuestión está debidamente justificada. Desde el hecho que Dios lo permite hasta la necesidad que el bárbaro sea civilizado. La cultura del dominador es superior desde arriba y desde abajo y por lo tanto tiene el derecho divino y humano de prevalecer.
En América la colonización fue mucho más allá del tiempo y el espacio. Transcendió el hecho histórico de la conquista europea, se infiltró en la constitución de las nuevas naciones creadas a imagen y semejanza y estableció un orden colonizador desde dentro hacia fuera de cada territorio desvinculado del viejo imperio. Todos los nuevos países, digan y hagan lo que no digan, son cruelmente unitarios, sus centros de poder funcionan con la misma lógica, prevalecen desde el poder explotando y dominando sus periferias con mano férrea y siempre justificada. Porque en el centro está la civilización y en la periferia la barbarie.
Las terribles desigualdades de nuestra américa siguen el patrón establecido, coloniaje interno y externo. Moralmente justificado por la divina religión que justifica la riqueza y promete el paraíso celestial a los pobres. Desde la más cruel hipocresía de una justicia que castiga a los pobres cuando se atreven a delinquir y protege a los poderosos que todo lo tienen. Económicamente necesario porque en la capital está el saber y la riqueza. Todas las estructuras de la tiranía se repiten y se reproducen en las tres estructuras del coloniaje: el control de la economía (apropiación de tierras y recursos naturales; explotación del trabajo) el control de la autoridad (formas de gobierno, control militar) y control del conocimiento y de la subjetividad. Esto es, colonialidad del saber y del ser.
Nada se pierde y todo cambia para que nada cambie.
Por esta razón para pensar en descolonizar hay que primero romper el molde inmoral y putrefacto del sistema colonial. Entender que la raíz misma de este sistema perverso es la explotación y la depredación de unos pocos sobre muchos.
Diría Walter Mignolo “El pensamiento decolonial es una opción (decolonial) de coexistencia (ética, política y epistémica). No de coexistencia pacífica sino de conflicto y de reclamo al derecho de re-existencia”. Porque la alternativa decolonial nace de la diversidad frente a la única manera de leer la realidad monolopolizada por el pensamiento único occidental.
La descolonización de la historia narrada y del pensamiento historiográfico imperial es parte de la tarea del pensamiento emancipador que nos merecemos.
Por esta razón la cuestión de la identidad en la política y en la epistemología tendrá que ser el debate y el trabajo obligatorio en este conversatorio que proponemos.
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